(Justin)
Como
el parque era enorme y no la iba a encontrar, decidí esconderme
cerca de la casa y salir detrás de ella.
Esperé
allí unos largos diez minutos hasta que la vi salir con una mochila.
Se dirigía rápidamente a la estación de tren.
La
seguí con un espacio de unos cinco metros y sigiloso.
Saqué
algo de dinero y me compré un billete para el tren.
Corrí
detrás de ella esquivando a la gente.
Me
metí por otra puerta del tren para no cruzarmela, Me tapé un poco
con la capucha para que no me reconocieran y esperé a mi parada.
Todo
el mundo empezó a salir y yo intenté no perderle de vista.
Pasé
por un grupo de turistas y vi que la tenía al lado, se giró y
rápidamente me puse tras un señor gordo que comía pipas.
Estuve
a punto de ser descubierto.
Me
apresuré de nuevo tras ella y salimos por fin de la estación.
Nos
encaminamos al parque.
Todo
era precioso y por ahora no me había reconocido nadie.
Empezó
a acelerar la marcha y yo a la vez. Entró al parque y se sentó en
un banco cerca de una preciosa fuente. Di la vuelta para
sorprenderla, pero para no ser tan descarado esperé diez minutos
para salir.
(Claudia)
Esperé
allí sentada, ya habían pasado cinco minutos, esto se me haría
eterno, haber porque no le dije un sitio concreto. Me gusta lo
difícil pero tampoco tanto. Que tonta soy.
Saqué
el movil y vi si Jorsh me había hablado o algo. Pero nada de nada.
Me
levanté para estirar las piernas cuando un chico se chocó con migo
y me tiró al suelo.
-¡Eh
mas cuidado!- grité sacudiéndome.
-Lo
siento- dijo el chico levantándome.
Miré
hacia arriba y lo vi. Era el chico del avión. Con su pelo rubio y
esos ojos hipnotizadores.
-Espera
tu eres la chica del avión ¿verdad?- dijo el sonriendo.
-Si,
siento hablarte así yo...-dije nerviosa.
-No
pasa nada, tranquila- dijo volviendo a sonreír.
-¡Vamos
Mickelo!- gritó una chica muy mona vestida de chándal.
-Bueno
me tengo que ir, lo siento otra vez- dijo.
-Adiós-
dije.
Se
despidió con la mano y se alejó corriendo de allí.
Me
volví a sentar en el banco y crucé las piernas. Espero que no le
falte mucho, pensé.
(Justin)
Me
quedé allí observando la situación. Parecía que se conocían. Por
un momento sentí una especie de remordimiento y un impulso horrible
de acercarme y llevármela, la quería para mi SOLO.
Pero
una voz le salvó y se marchó corriendo dejando a mi chica sola.
Me
acerqué cuidadosamente y le tapé los ojos.
Me
acerqué a su oído y le susurré.
-Tu
eres aquella chica de la playa a la que le encantaba mojar sus pies
en el agua- dije sonriendo.
Noté
como sonreía.
-Justin-
dijo con una voz melancólica que llenaba mis oídos de dulzura.
Le
quité las manos y le sonreí.
-Muy
bien princesa ¿donde vamos hoy?-dije tendiéndole la mano.
Se
quedó pensativa y después se puso de pie.
-Tu
sígueme- dijo ella sonriendo.
-Muy
bien como ordene la señora- dije.
Corrimos
hacia una caseta con muchas bicis y cogimos una doble.
Me
empecé a reír.
-¿Enserio?
Vas a sufrir, voy a pedalear muy fuerte- dije.
-A
ver si el que se va a cansar eres tú- dijo acercándose a mi, que
casi podía saborear su boca. Y a continuación se alejó y montó en
la bici.
Estuvimos
pedaleando por el parque, ya empezaba a cansarme y necesitaba
descansar.
-Vale,
vale, ganas tu princesa- dije agotado.
Ella
miró hacia tras y sonrió.
-Lo
sabía- dijo en voz baja.
-¿Que?-
pregunté.
-Que
lo sabía- dijo gritando.
Se
bajó de la bici y me hizo burlas.
-Eres
un flojo- sonrió.
-¿Perdona?-
dije bajándome y aparcando la bici.
-Ya
lo has oído FLOJO- dijo marcando cada sílaba de la palabra.
-Muy
bien- miré para abajo y cuando menos se lo esperaba salí a correr
tras ella.
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