(Justin)
En
el camino de vuelta al hotel fue muy largo, pensar que ya la había
perdido...
Cuando
llegué al hotel me di una ducha y me tumbé a ver la tele, estaba
aburrido y triste. Cada minuto miraba el movil para ver su foto, pero
así lo único que conseguía era ponerme peor y decidí dormir.
Me
tumbé en la cama sin despedirme de mi madre y cerré los ojos.
Al
cabo de los minutos vi encenderse la luz.
-Justin
hijo- dijo mi madre mientras se sentaba en la cama.
-Justin
no te puedes llevar toda la vida así, Claudia era una persona
maravillosa pero tu tienes otra vida, vivimos en otro país...-dijo
ella.
-Ya
verás como tarde o temprano el destino os dará otra oportunidad de
veros- dijo sonriendo.
-Pero
eso cuando va a ser ¿cuando me olvide de su nombre? ¿cuando ya no
sepa quién es?- dije enfadado.
-Yo
no puedo vivir sin ella mama, estoy enamorado y esto es de verdad-
dije eufórico.
Ella
se sorprendió.
-¿Estás
enamorado? No me he dado cuenta del amor de mi hijo, pero que tonta
he sido- dijo apenada.
Me
volví a tumbar y cerré los ojos. Escuché como mi madre salía de
la habitación sin dejar rastro y yo por fin me quedé dormido.
(Claudia)
El
viaje fue eterno. No me podía quedar dormida y encima un niño chico
no paraba de dar patadas en mi sillón.
Mis
padres se quedaron fritos y yo no sabía que hacer. De repente el
niño dio una patada muy fuerte y me cabreé.
Me
gire y le miré.
-¿Puedes
parar de darme patadas por favor?- miré al niño fijamente ¿de que
me sonaba?- me hizo una burla y siguió.
Emití
un gemido malhumorado y después mire para que el padre le dijese
algo pero no era el padre quien estaba si no aquel chico rubio, otra
vez.
Me
miró y luego miró a su hermano.
-Para
de dar patadas de una vez Manuel, lo siento mi hermano está
aburrido- dijo sonriéndome.
-No
pasa nada- dije un poco confusa, demasiados encuentros diría yo.
Me
volví a sentar y cerré los ojos, no pasaron mas de tres minutos
cuando el avión empezó a aterrizar. Ahora que había conseguido
dormirme y me despiertan.
Miré
a mis padres los que se estaban quitando ya su cinturón.
Me
levanté a la misma paz que ellos y salimos en orden.
El
chico rubio venía detrás miá y yo intentaba acelerar para salir de
aquí, no me podía creer que estuviese en Sevilla, me lo encontraría
mas veces...
Salimos
de allí y fuimos a esperar las maletas. Vi como salía la mía a lo
lejos y fui a por ella. Mi mano se depositó en el mango a la misma
vez que la del chico.
Le
miré. Que hacía cogiendo mi maleta.
-Perdona
esta es mi maleta dijo señalando una pegatina amarilla de una
estrella.
-Valla
lo siento, es igual que la mía- dije apartándome.
Sonrió
y se alejó con su maleta. Esperé a que la mía llegase y cuando por
fin la vi corrí a por ella.
Mis
padres que ya tenía las suyas me llamaban para irnos pronto.
El
coche llevaba en el parking del aeropuerto desde hacía días y
estaba bastante sucio.
Tardamos
un rato en llegar a casa por el tráfico pero al fin pisé mi suelo.
Subí
corriendo a mi cuarto y me tumbé en la cama. Cerré los ojos y pensé
en aquel viaje a Barcelona, el mejor viaje de mi vida.
Miré
corriendo el movil y vi que Justin al fin me seguía, decidí
mandarle un mensaje directo por twitter y después empezaría a sacar
la ropa de mi maleta.
Sacaba
prenda a prenda, cada una con su historia. Cada vez que sacaba cada
conjunto me acordaba de el momento y lo sucedido. Al sacar el
conjunto de la discoteca se me saltaron las lágrimas. Todavía olía
a el, mi primer abrazo con Justin.
Recogí
todo y llevé la maleta al desván. De repente vi como una carta
salía del bolsillo pequeño. La cogí y la miré.
-Jurame
que no harás nada cuando yo me valla por favor princesa...
Se
me había olvidado abrirla, con todo el lío de cosas.
La
abrí corriendo y leí.
Hola
princesa...
Pues
decirte que te voy a echar mucho de menos mientras estés aquí pero
que no pienso hacer nada malo y espero que tu tampoco.
Me
quedé mirando aquel, espero que tu tampoco, y se me escapó una
lágrima. Le había estado engañando.
Disfruta
de estos días y que sepas que te quiero muchísimo mi vida.
Pdt:
para todas las mañanas ¡Buenos días princesa!
Solté
la carta en la cama y me senté al lado. No lo había ni llamado.
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