miércoles, 16 de enero de 2013

Capítulo 39.


(Justin)
En el camino de vuelta al hotel fue muy largo, pensar que ya la había perdido...
Cuando llegué al hotel me di una ducha y me tumbé a ver la tele, estaba aburrido y triste. Cada minuto miraba el movil para ver su foto, pero así lo único que conseguía era ponerme peor y decidí dormir.
Me tumbé en la cama sin despedirme de mi madre y cerré los ojos.
Al cabo de los minutos vi encenderse la luz.
-Justin hijo- dijo mi madre mientras se sentaba en la cama.
-Justin no te puedes llevar toda la vida así, Claudia era una persona maravillosa pero tu tienes otra vida, vivimos en otro país...-dijo ella.
-Ya verás como tarde o temprano el destino os dará otra oportunidad de veros- dijo sonriendo.
-Pero eso cuando va a ser ¿cuando me olvide de su nombre? ¿cuando ya no sepa quién es?- dije enfadado.
-Yo no puedo vivir sin ella mama, estoy enamorado y esto es de verdad- dije eufórico.
Ella se sorprendió.
-¿Estás enamorado? No me he dado cuenta del amor de mi hijo, pero que tonta he sido- dijo apenada.
Me volví a tumbar y cerré los ojos. Escuché como mi madre salía de la habitación sin dejar rastro y yo por fin me quedé dormido.
(Claudia)
El viaje fue eterno. No me podía quedar dormida y encima un niño chico no paraba de dar patadas en mi sillón.
Mis padres se quedaron fritos y yo no sabía que hacer. De repente el niño dio una patada muy fuerte y me cabreé.
Me gire y le miré.
-¿Puedes parar de darme patadas por favor?- miré al niño fijamente ¿de que me sonaba?- me hizo una burla y siguió.
Emití un gemido malhumorado y después mire para que el padre le dijese algo pero no era el padre quien estaba si no aquel chico rubio, otra vez.
Me miró y luego miró a su hermano.
-Para de dar patadas de una vez Manuel, lo siento mi hermano está aburrido- dijo sonriéndome.
-No pasa nada- dije un poco confusa, demasiados encuentros diría yo.
Me volví a sentar y cerré los ojos, no pasaron mas de tres minutos cuando el avión empezó a aterrizar. Ahora que había conseguido dormirme y me despiertan.
Miré a mis padres los que se estaban quitando ya su cinturón.
Me levanté a la misma paz que ellos y salimos en orden.
El chico rubio venía detrás miá y yo intentaba acelerar para salir de aquí, no me podía creer que estuviese en Sevilla, me lo encontraría mas veces...
Salimos de allí y fuimos a esperar las maletas. Vi como salía la mía a lo lejos y fui a por ella. Mi mano se depositó en el mango a la misma vez que la del chico.
Le miré. Que hacía cogiendo mi maleta.
-Perdona esta es mi maleta dijo señalando una pegatina amarilla de una estrella.
-Valla lo siento, es igual que la mía- dije apartándome.
Sonrió y se alejó con su maleta. Esperé a que la mía llegase y cuando por fin la vi corrí a por ella.
Mis padres que ya tenía las suyas me llamaban para irnos pronto.
El coche llevaba en el parking del aeropuerto desde hacía días y estaba bastante sucio.
Tardamos un rato en llegar a casa por el tráfico pero al fin pisé mi suelo.
Subí corriendo a mi cuarto y me tumbé en la cama. Cerré los ojos y pensé en aquel viaje a Barcelona, el mejor viaje de mi vida.
Miré corriendo el movil y vi que Justin al fin me seguía, decidí mandarle un mensaje directo por twitter y después empezaría a sacar la ropa de mi maleta.
Sacaba prenda a prenda, cada una con su historia. Cada vez que sacaba cada conjunto me acordaba de el momento y lo sucedido. Al sacar el conjunto de la discoteca se me saltaron las lágrimas. Todavía olía a el, mi primer abrazo con Justin.
Recogí todo y llevé la maleta al desván. De repente vi como una carta salía del bolsillo pequeño. La cogí y la miré.
-Jurame que no harás nada cuando yo me valla por favor princesa...
Se me había olvidado abrirla, con todo el lío de cosas.
La abrí corriendo y leí.
Hola princesa...
Pues decirte que te voy a echar mucho de menos mientras estés aquí pero que no pienso hacer nada malo y espero que tu tampoco.
Me quedé mirando aquel, espero que tu tampoco, y se me escapó una lágrima. Le había estado engañando.
Disfruta de estos días y que sepas que te quiero muchísimo mi vida.
Pdt: para todas las mañanas ¡Buenos días princesa!
Solté la carta en la cama y me senté al lado. No lo había ni llamado.

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